Vano
“Y respondí: En vano he trabajado; he gastado mis fuerzas sin provecho alguno. Pero mi justicia está en manos del Señor; mi recompensa está con mi Dios.” Isaías 49:4 (RVR) Isaías expresa proféticamente con gran crudeza, el sentimiento del Mesías en el momento de su máximo sacrificio. Si se analizan los hechos de la cruz, cualquier observador podría percibir que el esfuerzo de Jesucristo por educar y capacitar a sus discípulos más directos, fueron tres años sin resultados positivos. Todos se durmieron en el huerto, lo dejaron solo, ninguno lo acompañó a la cruz ni lo defendió de tantas mentiras. Un fracaso. Muchas veces me he sentido de la misma manera. Evaluando el esfuerzo realizado, los resultados del sacrificio son pocos, casi nada. Y eso desanima. El sentimiento es el mismo que describe el profeta. Trabajé en vano, lo que hice no sirvió para nada. El esfuerzo fue sin sentido. No hubo ningún provecho. Desalientan los magros resultados. Y no hubo falta de esfuerzo o de trab