Me cuesta perdonar
Me cuesta perdonar
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio. Reunieron a toda la compañía de soldados alrededor de él. Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color morado. Hicieron una corona hecha de espinas, se la colocaron en la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Se arrodillaron ante él y se burlaban, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!» Luego le escupieron, tomaron la caña y le pegaron en la cabeza. Cuando acabaron de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo. Mateo 27:27- 31 (PDT)
Esta es una de las escenas más tristes y dolorosas que vivió nuestro Señor Jesucristo, porque no sólo fue herido físicamente sino también emocionalmente. Al leer estos versículos podemos ver que Él fue acusado, burlado, insultado, golpeado, herido y humillado injustamente. ¿Cómo crees que se sentía Jesús en ese momento? O ¿Cómo te sentirías tú? Me imagino que muy afligido y adolorido. Pero aunque no lo creas, la reacción de Jesús frente a una situación tan dolorosa y humillante fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Lucas 23:34
Es complicado hablar de amor cuando alguien nos ha hecho mucho daño física y emocionalmente. Es más, es difícil decir que amas y perdonas a alguien que ha dejado marcas profundas de dolor en tu vida. Lo aparentemente normal es que dejas de amar a esa persona, dejas de hablarle, ya no confías, tienes miedo, pierdes toda clase de esperanza, actúas con poca paciencia y poco a poco entra el resentimiento, la amargura, el enojo, el odio y por último la venganza. Lo cual viene del diablo.
Piensa un momento en los golpes, ofensas, y humillaciones que Jesús sufrió. Luego piensa en las cosas parecidas que te hicieron a ti. Ahora medita en la palabra que Jesús dijo a favor de aquellos que lo humillaron. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.”
A pesar de todo lo que sufrió, Jesús tuvo misericordia y extendió su amor a todos los que le hicieron daño. Y antes de morir, y resucitar al tercer día, Él los perdono.
Jamás disfrutarás de libertad y paz en tu corazón sino perdonas a los que te han hecho daño. Porque donde está el Señor, ahí hay libertad. La clave está en guardar y obedecer su palabra. “Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis…No paguéis a nadie mal por mal, procurad lo bueno delante de todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” Romanos 12:14-19.
Si obedeces la palabra de Dios, comenzarás a experimentar una paz hermosa en tu corazón.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”Mateo 5:7
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