LA ORACIÓN QUE AYUDÓ AL VECINO.


«Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efesios 6: 18).

CRISTINA HABÍA SUFRIDO maltratos de su vecino desde hacía más de diez años. Ambas casas estaban muy cercanas. Cada vez que ella oraba para dar la bienvenida al sábado y cantaba, el vecino encendía su radio a todo volumen.
Cada vez que ese hombre limpiaba su patio, tiraba su basura en el jardín de su vecina. Un día, ella comenzó a orar para que Dios transformara a su vecino. Oró varios meses e hizo ayunos frecuentes. Entonces, Dios iluminó a Cristina.
La siguiente vez que su vecino arrojó basura en su patio, ella puso una cesta con frutas en el de él.
Devolvió bien por mal durante varias semanas. Un día, se enteró de que su vecino cumplía años. Le preparó un pastel y se lo dejó en la mesa principal, mientras él celebraba con sus amigos en el patio. Por la noche, cuando estaba más cuerdo, preguntó a su esposa quién le había llevado un pastel tan sabroso. Ella contestó: -La vecina que tanto odias. ¿Cómo es posible que mientras más mal le haces, ella nos trata con mayor amabilidad? Entonces, el vecino pidió a su esposa que invitara a Cristina, pues quería hacerle algunas preguntas.
Cristina entendió que la invitación era una respuesta a sus oraciones.
Tomó su Biblia, una serie de estudios bíblicos y salió. El vecino quería saber la razón de su conducta. ¿Por qué devolvía bien por mal? En ese mismo momento, comenzó el primer estudio bíblico acerca del amor de Dios hacia el hombre.
Quedó tan interesado, que siguió estudiando cada semana. Después de seis meses de ir a la iglesia, se bautizó y hoy es un fiel líder del Señor.
Las oraciones de Cristina fueron contestadas, y Dios la utilizó para llegar con el mensaje del evangelio hasta ese hombre rudo. 

E. G. White afirma: «Debéis trabajar por las almas con mucha oración, porque este es el único método por el cual podéis alcanzar los corazones. No es vuestra obra, sino que es la obra de Cristo quien está a vuestro lado, la que impresiona los corazones» (E. G. White, El evangelismo, pág. 251).

Hoy, más que nunca, se necesitan oraciones persistentes a favor de las almas que perecen en las tinieblas. Dios desea utilizarnos como canales de salvación y bendición. ¿Quieres hoy ser un instrumento en las manos del Salvador? Acércate a Dios en oración y pídele que te muestre a quién puedes alcanzar con el mensaje de su amor.

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