Un juego mortal

¿Qué diremos entonces? ¿Vamos a seguir pecando para que Dios se muestre aún más bondadoso? ¡Claro que no! (Romanos 6:1, 2).

En su libro Finding God, Phillip Yancey cita un relato del historiador y crítico de arte Robert Hughes. Según Hughes, un hombre que había sido condenado a pasar el resto de su vida en la cárcel fue enviado a un penal de máxima seguridad en una isla australiana. Un día el convicto, sin haber recibido ningún tipo de provocación, se levantó y asesinó a uno de sus compañeros.

Cuando compareció delante del juez, el asesino narró sin remordimientos cómo había asesinado al otro preso. Tras haberlo oído con atención, el juez le preguntó:

— ¿Por qué lo hiciste? ¿Qué te motivó?

—Porque estoy cansado de vivir en un lugar como este —respondió el asesino.

—Sí, lo entiendo. En ese caso pudiste lanzarte al mar y acabar con tu propia vida.

¿Pero por qué asesinar a otro?

—Bueno, lo que pasa es que soy católico. Si yo me suicidio iré directamente al infierno. Pero si asesino a otro, antes de que ustedes me ejecuten yo podré confesarme ante un sacerdote y Dios me perdonará.

Entonces, Yancey se pregunta: « ¿Por qué no asesinar, como lo hizo ese prisionero australiano, si tú sabes de antemano que recibirás el perdón?» (p. 180).

¿Alguna vez has pecado de esa manera? ¿Es decir, con alevosía y premeditación porque sabes que cuando pidas perdón Dios te perdonará? Solemos creer que todo se resuelve cuando recibimos el perdón divino, pero el problema de jugar con el pecado es que al final puede llevarte a un punto en que no querrás recibir el perdón. Te pondré un ejemplo. ¿Podía Jesús perdonar la traición de Judas? ¡Claro que sí! Sin embargo, Judas consideró que la solución a su problema era ahorcarse. Y eso fue lo que hizo ¿Crees que Judas planificó ahorcarse? No, lo que él planificó fue traicionar a Jesús. Pero el pecado logró dominarlo de tal manera que el traidor ya no quiso pedir perdón por su pecado.

Aunque la Biblia dice que «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5: 20, RV95), hemos de cuidarnos de no seguir pecando porque contamos con un Dios de amor. Precisamente porque servimos a un Dios que nos ama es que debemos apartarnos del pecado.

#Unjuegoreligroso #NoJueguesconelPecado

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